El mundo de Maite

El mundo de Maite

Maite Villacís Santana tiene 18 años y estudia en el Colegio de Bellas Artes Juan José Plaza, de Guayaquil. El apoyo de su familia la ha llevado a convertirse en una estudiante destacada y gran artista.

Esta es la historia de una chica a quien le gusta dibujar, pintar, inventar personajes, y sueña con ser diseñadora gráfica. Cuando era pequeña su personaje era una iguana amarilla con cuernitos, pero ahora que ya creció, se volvió un dragón, llamado Orito.

El día que nuestro equipo visitó el Colegio de Bellas Artes, en el que estudia, Maite estaba sentada frente al barro que, poco a poco, formaría la cabeza de un hombre como la que tenía impresa en una hoja, junto a ella.

Recibía clases de modelado con el profesor Juvenil Palacios y su maestra y extutora, Amelia Arroba, nos acompañaba, después de habernos dado un recorrido por su escuela, que es patrimonio nacional, y habernos contado sobre el arte que dejó en los muros del ingreso principal, el artista ecuatoriano Luis Peñaherrera.

Con un poco de pesar, el profesor Juvenil Palacios comentaba que los estudiantes tienen 2 años de retraso en el aprendizaje debido a que, durante la pandemia por Covid-19, entre 2020 y 2021, no era posible que recibieran las clases prácticas de la mejor manera.

Aun así, durante ese tiempo, Amelia, quien es Profesional de Enseña Ecuador (PEC) , entregaba reconocimientos a los mejores trabajos y estudiaba nuevas técnicas, como la del arte con hilo (hilorama), para transmitirles conocimientos a sus estudiantes. Maite ganó muchos de los reconocimientos.

El arte como expresión

No es azar que Maite estudie en el Colegio de Bellas Artes. Su mamá, Sonia Santana, la preparó para esto, desde hace años. De camino a la peluquería en la que ella trabaja, cuando pasaban por el colegio, ubicado en las calles Chimborazo y Bolivia, pleno centro de Guayaquil, Sonia le decía: “Mira Maite, aquí va a ser tu colegio”.

Desde muy pequeña, Maite demostró su habilidad y pasión por el dibujo. A los 6 años no hablaba, pero dibujaba. Dibujaba caballos, ponis, unicornios, pero ahora no le gustan tanto.

En la sala de su casa, acompañada por sus padres y Francis, su hermana mayor, comentaba a nuestro equipo que, en sus primeros años, era difícil retener las ideas porque pasaban tan rápido por su cabeza, entonces hacía esbozos de todo. Así empezó a crear sus primeros personajes.

Amor de familia

La familia Villacís Santana es muy unida. Desde niñas, Maite y Francis iban a todas partes juntas. Muestran con alegría las fotos de cuando cumplieron 15 años y su padre, Francisco Villacís, les organizó fiestas temáticas. Maite es la menor y junto con ella, sus padres y hermana han superado grandes desafíos. 

Cuando Maite tenía cerca de 2 años empezó a mostrar conductas de intensa ira y de un aprendizaje diferente a las demás niñas de su edad. Así, Sonia Santana y Francisco Villacís, pasaron muchos años buscando las maneras, primero, de entender qué le pasaba y, después, de apoyarla para que tenga las mismas oportunidades de todas las niñas. 

Después de años de análisis, tratamientos y medicamentos que la familia gestionó con mucho esfuerzo, los doctores del Instituto de Neurociencias, de Guayaquil, dijeron que tenía Síndrome de Asperger, un trastorno del espectro autista, que afecta especialmente a su interacción social.  

“¿Qué no hemos hecho por ellas?”, se pregunta Francisco y se responde que todo, que él y su esposa han hecho todo lo posible e imposible para que sus hijas estudien y cumplan sus sueños. Actualmente, Francis estudia Leyes en la Universidad y Maite está por graduarse como una de las estudiantes más destacadas de su clase. 

Unidas por el arte

Este 2022, el Colegio de Bellas Artes Juan José Plaza cumplirá 50 años. La comunidad celebrará con actividades artísticas.

Sonia Santana comenta que, para llegar a este punto de la historia de Maite, han ocurrido tantas anécdotas como las largas jornadas que pasaban en el hospital esperando los resultados de los exámenes; las negativas que recibían por parte de las instituciones educativas que no querían recibirla; y al mismo tiempo, la luz que trajeron los aliados en su camino, como la miss Amelia Arroba. 

Maite y Amelia se conocieron en las clases virtuales, durante la cuarentena de 2020. Su amistad empezó por pantalla, pero con una cercanía particular. La miss era tutora del curso de Amelia y se preocupaba mucho por su bienestar. Ponía particular atención a que ella entendiera la clase y que se pudiera relacionar con sus compañeros. Inclusive habló con todos los estudiantes de la clase y les explicó que Maite tenía una condición que le dificultaba socializar y que, por favor, la recibieran con cariño y respeto. Así lo hicieron. 

Maite puede parecer tímida, pero cuando habla de su arte, de los cómics que ha creado, de cómo investiga a profundidad las características de los animales que inspiran sus personajes, se explaya y fluye.

A la hora del receso, le mostraba a nuestro equipo los trabajos que tenía guardados en su tablero de dibujo. En el patio del Colegio de Bellas Artes, sentada junto a la miss Amelia, se sentía segura. Este año, cuando se gradúe, Maite quiere estudiar diseño gráfico, pero aún no ha escogido en qué institución. Aunque su madre ya le había empezado a decir que la Universidad de las Artes sería su universidad, ningún plan es definitivo.

Rodeadas de árboles frutales de más de 50 años de edad, de esculturas y murales de ex-alumnos, Maite y Amelia compartían un momento de conexión, cariño y respeto que han creado y que esperan que se mantenga por mucho tiempo.

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