Reflexiones por la educación – Parte II

Reflexiones por la educación – Parte II

Antes de leer este artículo le invitamos a que revise la Parte I de esta entrega.

Entre paradigmas de la vieja escuela

“A mí me da emoción ser parte de Enseña Ecuador porque hay chicos que quieren cambiar las cosas, pero no es tan fácil. Yo trabajo con mis niños y ellos desarrollan el pensamiento este año y, al siguiente, van a segundo de básica y vuelven a lo mismo, a una educación mecánica”, Patricia Pico, docente, Profesional de Enseña Ecuador (PEC).

Cada institución educativa tiene sus propios retos, en el caso del Colegio de Bellas Artes, Amelia menciona que lo principal es la economía, pues los estudiantes necesitan materiales para sus obras y, muchas veces, los maestros limitan su enseñanza a ese factor. Sin embargo, ella considera que como docentes hay otras prioridades, como mantenerse actualizados y buscar métodos distintos para transmitir sus conocimientos.

Amelia comenta, con humor, que a los profesores de arte les consideran los “frikis” porque suelen expresarse con su apariencia, sin embargo, dice que su colegio es un lugar seguro para que tanto los estudiantes como los profesores sean libres. 

De los profesores en general, comenta que, hace unos 10 años, cuando les subieron el sueldo, mucha gente lo cuestionó porque consideraba que no hacían nada. “No es así”, menciona, aquí criamos prácticamente a los chicos, los escuchamos, somos de todo para ellos y quizás de aquí salga un gran artista o el siguiente presidente de la República”.   

En este colegio de 386 estudiantes, en el que Amelia también se graduó, al momento hay tres profesores que cursan el Programa de Liderazgo de Enseña Ecuador, así que entre ellos pueden conversar y proponer nuevas acciones. Uno de ellos es Vicente Avilés, maestro de lenguaje, quien menciona que las nuevas herramientas que ha adquirido le han ayudado a ya no tener estudiantes silenciosos, si no más bien activos.

Para él un paradigma difícil de romper es la falta de comunicación afectiva con los chicos, pues se da cuenta que ellos necesitan cariño y respaldo, pero que hay una delgada línea que si se cruza puede ser mal interpretada.

Desde su punto de vista, Patricia piensa que, en la actualidad, no se han roto los paradigmas porque, para las profesoras, es más fácil la escuela antigua en la que se entregaban hojas y se pedía a los estudiantes que llenaran planas; en cambio, es más desgastante hacer actividades al aire libre y explorar con materiales. En su experiencia, inclusive los padres reclaman porque ella no manda deberes y le cuestionan cuando manda actividades para que la familia salga al parque a compartir.

Según Julieta, para cambiar el sistema de educación actual es necesario crear ambientes armónicos, colaborativos y más espacios de recreación. En su historia personal, su madre solía decir que la docencia es solo para mujeres. Sus 4 hermanas son profesoras como ella y, a su único hermano, su mamá no le permitió que se volviera profesor.

Patricia, Julieta y Amelia coinciden en que no se puede transformar la educación sin líderes comprometidos y con potestad real de cambio. Opinan que las autoridades de las instituciones fiscales deberían tener períodos más largos de dirección para que puedan crear planes sostenidos.

En el caso del Colegio de Bellas Artes, Amelia cree que una buena opción sería que le regresen la autonomía para la selección de los estudiantes, pues eso les ayudaría a elevar la calidad.

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